No quiero ni pensar –dijo Christine Lagarde en 2012– dónde estaría la economía mundial sin el paquete de estímulo de China”. En efecto, la República Popular ha contribuido entre un tercio y cerca de la mitad al crecimiento global desde el inicio de la crisis en 2007. No es extraño, por tanto, que los avatares de su economía en el curso de los últimos meses hayan hecho temblar las bolsas del mundo entero, puesto en entredicho la precaria recuperación global y decidido a la Fed, nada menos, que a posponer la subida de los tipos de interés.Si cuarenta años atrás China hubiese, de golpe, desaparecido de la faz de la Tierra, la economía mundial no se habría ni inmutado. El gran impacto global de las turbulencias chinas de este verano ilustra hasta que punto el mapa geopolítico y geoestratégico global ha cambiado a causa del desarrollo galopante de China en el último tercio de siglo.
Más allá de esta consideración, ¿cual es el significado profundo de esas turbulencias en la economía china?
La bolsa china, después de dormitar varios años, creció un 150% entre mediados de 2014 y el inicio del verano de 2015. La corrección era inevitable. Ha sido del 40%. Como siempre, se pillaron los dedos los últimos en sumarse a la fiesta, que suelen ser los más inocentes. Los que entraron a tiempo acumulan aún beneficios sustanciales. El comprador de acciones, o inmuebles, busca un rendimiento superior al exiguo tipo de interés (a menudo negativo teniendo en cuenta la inflación) con que la banca oficial retribuye el ahorro. Por otra parte, la pasión de los chinos por el juego no conoce límite: Macao sextuplicaba a Las Vegas antes de que la decidida campaña contra la corrupción de Xi Jinping recortara la euforia.
La inmadurez de la bolsa…