En el círculo de Bulgaria a Turquía, con centro en el mar Negro, se sitúan algunos de los mayores riesgos para la seguridad de la UE. La delincuencia organizada y el terrorismo socavan las instituciones y las economías locales, y amenazan infraestructuras críticas para Europa.

Para ser realmente efectivos en la lucha contra las principales amenazas contemporáneas a la seguridad pública debemos partir del fracaso. No de un fracaso puntual y específico, sino del fracaso como concepto regenerador, como premisa estratégica. Si lo que se quiere es proteger la vida e integridad física y material de los ciudadanos, principios fundamentales de nuestras sociedades abiertas, el análisis no puede sino comenzar socráticamente, aceptando los límites de la razón, del entendimiento.

No es posible proteger a todos y todo, todo el tiempo. Al igual que en el ámbito económico es imposible prever el comportamiento de todos los actores del mercado, sus motivos y objetivos, sus incentivos e interacciones, en lo que hace a la seguridad pública es imposible prever el comportamiento de todos los delincuentes, cubrir todos los flancos, t apar todas las grietas. Se trata de un mercado de la delincuencia en el que interactúan un sinnúmero de individuos, con razones y metas diferentes, sacudidas por constantes cambios.

La región del mar Negro es fiel reflejo de esta complejidad y puede considerarse la frontera que presenta actualmente los mayores riesgos para la seguridad pública de la Unión Europea. Al tiempo, este desafío representa una gran oportunidad para, desde un punto de vista praxeológico, elaborar una posición más congruente con la naturaleza multidimensional de las amenazas emergentes en el siglo XXI…