Gracias a la corriente fría de Humboldt, que roza la Antártida, el Pacífico suramericano es una de los más ricos en recursos ictiológicos, con especies protegidas como ballenas, delfines, tiburones y calamares gigantes. Según el gobierno de Quito, hoy faenan alrededor de las islas Galápagos unos 340 buques factorías, unos 270 de ellos chinos, cuyas redes abarcan cientos de kilómetros y pueden cargar, cada uno, hasta un millar de toneladas de pescado. Unos meses atrás eran 260 barcos.
El comandante de la Armada, el almirante Darwin Jarrín, ha declarado que su país está coordinando con Colombia, Perú y Chile una respuesta regional a la situación. El secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, ha calificado de “profundamente inquietante” la actividad china en la zona, criticando que sus barcos apaguen sus sistemas de ubicación por satélite y cambien sus nombres, lo que indica que realizan actos ilegales.
Es explicable. Aunque cubren dos terceras parte de la superficie terrestre, los océanos solo producen el 2% de los alimentos consumidos, por lo que muchos creen que su explotación es la fuente más viable de nuevas proteínas animales para una población mundial que la ONU estima aumentará un 29% en 30 años. Dado que la demanda de proteínas superará de largo la tasa de crecimiento demográfico, habrá que producir entre un 32% y un 78% más de alimentos para 2050: entre 62 y 159 millones de toneladas métricas de proteínas más al año. Hace 50 años, el oceanógrafo francés Jacques-Yves Cousteau urgió “sembrar y cultivar” la fauna y flora marinas en lugar de cazar sus animales y depredar sus menguantes recursos.
El volumen actual de la captura ictiológica es de unas 95 millones de toneladas métricas. El problema es que un 90% de los océanos son en realidad desiertos marinos, lo que ha disparado…