América Latina: atlas de pluralidad electoral
Cualquier estudio o investigación en las ciencias sociales, más concretamente en la política comparada, demanda una acotación temporal y territorial. Cuanto más concreta sea esta acotación mayor detalle tendrá su exposición. Por otro lado, si una investigación no se concreta pertinentemente, puede extrapolarse a otros casos de estudio, pero habría una falta de precisión. En Elecciones y partidos en América Latina en el cambio de ciclo se recogen, prácticamente, la totalidad de los sistemas de partidos y la idiosincrasia electoral de los países latinoamericanos.
Desde un principio se manifiestan las fórmulas usadas para elaborar un análisis comprehensivo de las tendencias electorales latinoamericanas. La alternancia, la volatilidad o la fragmentación son algunos de los indicadores que muestran con número las diferentes realidades de países como Nicaragua, Costa Rica, Venezuela o Uruguay. Cada uno de ellos ocupa un capítulo riguroso, que genera, gracias al detalle, un escenario único que recoge las singularidades de cada Estado, de sus electores y de sus candidatos.
Los diferentes autores reseñan la experiencia de estos países a través de las elecciones del “cambio de ciclo”, el cual comprende desde el inicio del siglo XXI hasta la actualidad. Además, este concepto adelanta una de las conclusiones finales con las que los coordinadores, Manuel Alcántara, Daniel Buquet y María Laura Tagina, ponen el punto final hasta el próximo trabajo de esta serie que se inició en el año 2013. En la presente edición se abordan los comicios celebrados entre los años 2013 y 2017.
A excepción de Cuba, los Estados latinoamericanos son sometidos a un riguroso análisis que destaca sus características institucionales, políticas, económicas o sociales, entre otras. El primero de los ejemplos es Argentina. La definición del contexto socioeconómico sitúa al lector de manera excepcional. De este modo, los siguientes acontecimientos expuestos, como el fin de los 12 años de kirchneristas, con la llegada de “Cambiemos” de Mauricio Macri, las características de la oferta política o la descripción de las reglas electorales y de financiación de campañas, adquieren un significado determinante del que se pueden abstraer conclusiones propias.
Brasil continúa la dinámica establecida. Su contexto político en las elecciones de 2014 subraya la importancia que tuvo el hecho de que existieran una gran diferencia entre la escasa popularidad de Dilma Rousseff, tras resultar electa en 2010, y su predecesor, Lula da Silva, reelegido con un gran apoyo en 2007. La alta polarización y fragmentación en el Congreso de los Diputados, la escasa representación femenina (solo el 10% son mujeres) y la distribución de los diputados en bancadas que nada tiene que ver con los partidos, son algunas de las características del sistema institucional brasileño. Es importante señalar que los acontecimientos que debilitaron a algunos partidos, detenciones o encarcelamientos, también mermaron el sistema de partidos.
Las sucesivas modificaciones de las reglas electorales es un tema primordial para explicar las elecciones mexicanas, pues han afectado profundamente a la distribución del poder. De un sistema de partido dominante o hegemónico, vigente en 1976, se ha transformado en un sistema plural, con la competencia de tres partidos políticos: el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Igualmente, se tienen en cuenta los factores socioeconómicos que propiciaron el cambio.
América Latina y la volatilidad
A pesar de que cada uno de los estudios de este libro tiene su propia historia, su propio camino recorrido, las conclusiones finales son capaces de reunir sus similitudes y obtener un mapa general de toda América Latina. La volatilidad en la región muestra valores muy diversos, con un promedio alto. Ocurre lo mismo con la fragmentación, desde sistemas bipartidistas, como el dominicano o el hondureño, hasta sistemas multipartidistas, como el chileno o el colombiano. Dentro de cada uno de ellos existen tendencias bien de acentuación, bien de reducción.
El indicador construido con el desarrollo económico y la alternancia pretende poner de manifiesto la relación entre la subida del PIB latinoamericano y el cambio de partido o ideología en el poder. Los giros a la izquierda se identifican como las respuestas del electorado hacia el fracaso del modelo neoliberal, momento en que el crecimiento del PIB se reduce.
Quizás, la conclusión de mayor relevancia, en este último capítulo, resida en cómo la práctica de algunos países de la región ha sido capaz de poner en jaque los estudios sobre la polarización y cómo amenaza esta la estabilidad democrática, premisa defendida por autores como Sartori o Mainwaring. Se resume en la idea de que “la baja polarización ideológica podría estar asociada a una política caudillista y clientelar”, mientras que una distancia considerable entre los extremos de las fuerzas política denotaría una pluralidad de ideas expuestas al electorado.