Los países de América Central celebran el bicentenario de su independencia sumidos en una profunda crisis. Se trata de una efeméride que casi nadie tiene en mente debido a que las cinco repúblicas del istmo –Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y Costa Rica– sufren una triple crisis. Una crisis política, caracterizada por una involución democrática; una económica, fruto del impacto del Covid-19 –con el consiguiente desplome del comercio internacional y del turismo–, y una humanitaria, derivada de la pandemia y el cambio climático.
Respecto de la realidad política, el caso más lacerante es Nicaragua, pues desde la vuelta a la presidencia de Daniel Ortega en 2007, las instituciones han sido cooptadas por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). A causa de ello, hoy Nicaragua es un régimen autoritario y patrimonial dominado por el matrimonio Ortega-Rosario Murillo y sus allegados.
Ortega se ha presentado dos veces consecutivas a la reelección, forzando la Constitución de 1987, y todo indica que lo hará de nuevo en noviembre de 2021. Con todo, la peor crisis política del país estalló en abril de 2018 cuando miles de jóvenes salieron a las calles para protestar. Al principio, las protestas se centraban en denunciar el malestar que provocaban las reformas del sistema de pensiones y la mala gestión gubernamental ante los incendios en la reserva de la biosfera de Indio Maíz, pero rápidamente se sumaron diversos colectivos que impugnaron el régimen en su totalidad. El gobierno respondió con una inusitada violencia. Desde entonces, sectores de la oposición sufren represión de facto, a la par que el gobierno ha desplegado desde finales de 2020 una batería legislativa de carácter punitivo. En este contexto, las elecciones previstas para noviembre solo serán consideradas legítimas por la comunidad internacional si se realizan claras reformas democratizadoras. Sin embargo, el gobierno ha…