El discurso de apertura de Xi Jinping en el Foro Económico Mundial de Davos de enero de 2017 sorprendió y agradó a su audiencia al elogiar la globalización, las instituciones multilaterales, el orden basado en reglas e, incluso, un desarme nuclear completo. La elección de Donald Trump impulsó este cambio en el líder de China, cuyo discurso dejó entrever cierta ansiedad acerca de lo imprevisible de la era Trump, y un deseo de persuadir a los demás de que la República Popular puede ser una fuerza de estabilidad en tiempos de incertidumbre.
El orden liberal mundial, entendido como la combinación de democracia, libre mercado y Estado de Derecho en las relaciones internacionales, se enfrenta a dos desafíos. Uno, que proviene principalmente del desarrollado Occidente, es un rechazo del liberalismo debido al descontento con la globalización. El otro es la voluntad de algunas naciones de poner a prueba o incluso enfrentarse a las democracias.
La visión de China
El ascenso de China en los últimos 40 años ha sido meteórico debido a su integración en los mercados globales. En estas décadas, el país se ha convertido en un entusiasta partidario de la globalización. Sin embargo, los cambios en el orden mundial consolidados al final de la guerra fría se pueden resumir en una máxima china de cuatro palabras: ambiciones ampliadas, resultados reducidos.
China está mucho más preocupada por el orden mundial de lo que comúnmente creen las democracias de todo el mundo. La creencia euroamericana en el valor de un orden global aumentó desde el final de la guerra fría, cuando las naciones occidentales promovieron una agenda cada vez más ambiciosa y extensa para la cooperación internacional.
China no está contenta con el grado de ambición alcanzado por este orden mundial liberal. En palabras de un experto chino, Pekín “escoge y…