Hace tan sólo unas horas los países miembros de la comisión 2+4 firmaban en Moscú el acuerdo que corona el proceso de unión de las dos Alemanias. Como ha dicho el ministro Genscher, este es un día histórico y feliz para todos los europeos, porque el acuerdo no sólo pone fin a la división de Alemania, sino que es el principio del fin de la división de Europa entera.
El acuerdo que hoy se ha firmado llega antes de lo esperado, en un proceso cuya rapidez ha asombrado a muchos. Personalmente, pienso que se trata de un ejemplo de statecraft y de diplomacia, del que sus responsables pueden enorgullecerse, y en especial los alemanes, si consideramos otros procesos de los que Alemania ha sido protagonista en este siglo. El canciller Kohl, y el ministro Genscher y el resto de los ministros, diplomáticos y funcionarios implicados en las negociaciones trabajaron duramente durante todo el verano para conseguirlo.
Pero además el proceso no habría sido posible sin el respaldo de los aliados de Alemania, y en particular el de EEUU, ni sin los cambios revolucionarios en la Unión Soviética, iniciados por Gorbachov, ni sin la aportación de los gobiernos alemanes anteriores, de Adenauer a Brandt y Schmidt, que supieron edificar la confianza que ha hecho hoy posible la reunificación de Alemania.
¿Cuáles son las implicaciones de la reunificación de Alemania?
Es preciso señalar de entrada que el statu quo anterior al colapso de la RDA y la apertura del muro era cómodo en muchos sentidos. Era estable, las líneas divisorias estaban claras, existía un enemigo evidente, que imponía la disciplina y la jerarquía de los principales actores de Occidente. Dividía a Alemania, limitando así su poderío. Era en definitiva un mundo que tenía ciertas ventajas, a pesar o a expensas de la…