POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 7

Alemania, en la hora de la distensión

Egon Bahr
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En nuestra era electrónica ha arraigado un modo de hablar que revela mucho del pensamiento occidental y los peligros en que está inmerso nuestro mundo. Distinguimos entre software y hardware. ffardware son los aparatos imprescindiblemente necesarios, con independencia de lo que se introduce en ellos. El hardware es el instrumental sin el cual no hay funcionamiento. El software es el contenido. Tendemos a esperar soluciones de las computadoras, aunque en rigor sabemos que éstas no pueden dar nada que no se les haya suministrado antes. Distintamente de la manera de pensar asiática, “hard/duro” se ve más positivo que “soft/blando”; se suele equiparar “duro” con fuerza y “blando” con debilidad.

El armamento es el hardware, la distensión es el software. Lo uno es el instrumento, lo otro es el contenido. Corremos el riesgo de confundir el instrumento con el contenido, o al menos de considerar más importante el armamento que la distensión para conseguir seguridad. En realidad, los instrumentos, las computadoras, las armas, carecen de sentido o son incluso peligrosas, y en el mejor de los casos materia prima para chatarra mientras no predominen contenido, sentido y voluntad política.

La política occidental de fuerza no había podido evitar que la Unión Soviética se convirtiera en una superpotencia, que a principios de los años sesenta se produjera una paridad nuclear. Por primera vez en su historia, la Humanidad se vio frente a la posibilidad de su extinción. En una gran guerra atómica nadie podría ya confiar en la victoria. Esto era la coacción para la coexistencia. El presidente Kennedy desarrolló su “estrategia de la paz”, según la cual el dominio comunista no debía ser eliminado, sino modificado. Con los países del Este europeo debía desarrollarse el mayor comercio posible, sin poner en peligro nuestra seguridad; lo contrario, pues, de boicot, castigo o…

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