POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 218

Rueda de prensa del canciller Scholz (C), el ministro de Finanzas Lindner (D) y el ministro de Economía Habeck tras la sentencia del Tribunal Constitucional alemán, prohibiendo al gobierno utilizar 60.000 millones de euros de la pandemia para el fondo del clima. (Berlín, 15 de noviembre de 2023). GET

Alemania: el fracaso del gobierno de coalición

Una palabra marca el debate político: Schuldenbremse, la prohibición de que la deuda exceda el 0,3% del PIB. Este freno complica la vida no solo a los ciudadanos sino a un gobierno de coalición que vive el peor matrimonio de conveniencia posible.
Aurora Mínguez
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Cuando Olaf Scholz fue nombrado canciller, el 8 de diciembre de 2021, estaba en un momento político dulce. Los socialdemócratas (SPD) que él lideraba habían conseguido sus mejores resultados en los últimos 19 años y él mantenía su fama de hombre moderado (aunque aburrido y sin carisma) con una experiencia de gobierno acreditada tras haber sido ministro de Finanzas y vicecanciller de Angela Merkel. Formó, obligado por los resultados electorales, una Coalición de Verdes (aliados naturales del SPD) y Liberales, la llamada Ampel Koalition, coalición “Semáforo”, definida por los colores de los partidos que integra. Ésta se proclamó defensora de una “Nueva Economía Social y Ecológica de Mercado”.

El líder de los Liberales, Christian Lindner, se hizo con el Ministerio de Hacienda, como deseaba, y los Verdes, con la vicecancillería y Superministerio de Economía (Robert Habeck) y también con Asuntos Exteriores (Annalena Baerbock). Tres años después se puede decir sin error que el “Semáforo” no funciona y que la desafección y decepción de los ciudadanos es preocupante. A ello ayuda una coyuntura económica que el propio ministro Habeck ha calificado de “dramáticamente mala”. El gobierno había previsto un crecimiento del PIB del 1,3% para este año. Ahora ha tenido que rebajarlo a solo un 0,2%. La República Federal está en recesión.

Muchos observadores aseguraban que era cuestión de tiempo que esa Alianza empezara a crujir y a vivir fuertes tensiones internas. Los Liberales, un partido “egoísta” que defiende fundamentalmente a los Besserverdienern, es decir, los que “ganan bien” (profesiones liberales, emprendedores, empresarios, etc.) han gobernado tradicionalmente con los democristianos en décadas pasadas y tienen un principio fundamental: no a cualquier subida de impuestos. Pronto llegaron los choques con los afanes proambientales de los Verdes y la imprescindible transición ecológica, especialmente tras la renuncia al gas ruso. Tampoco era…

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