La zona de Bengasi es un centro simpatizante de ideas yihadistas desde hace más de tres décadas. La falta de control por parte del gobierno central libio tras la caída de Gadafi ha propiciado el auge de grupos salafistas, germen de inestabilidad en toda la región.
El Grupo Islámico de Combatientes Libios (GICL) constituye un caso particular dentro del universo Al Qaeda. Sus miembros gozan de gran prestigio entre los yihadistas salafistas; incluso, muchos son o han sido altos dirigentes de Al Qaeda Central. En 2009, sin embargo, renunció formalmente a seguir siendo socio de Al Qaeda y criticó duramente los métodos violentos, situación que perduró hasta la guerra civil libia. Los múltiples problemas que ha tenido el gobierno central en Libia para controlar su territorio han dado un nuevo impulso al yihadismo inspirado en Al Qaeda, transformándose así en un problema de seguridad para toda la región del Mediterráneo.
Los antecedentes del movimiento yihadista en Libia se remontan a principio de los años ochenta, apareciendo con el primer grupo de libios que declararon la yihad contra el régimen de Muamar el Gadafi. Las escasas acciones que llevaron a cabo terminaron, no obstante, con resultados poco alentadores. Actuaban bajo el liderazgo del comandante Awatha al Zuwawi, un estudiante de Ley Islámica en Trípoli que formó una organización subterránea yihadista en Libia en 1982. Según Noman Benotman, antiguo miembro del comité consultivo (shura) del GICL, la mayor parte de los líderes de la fundación y los cuadros del grupo de combatientes eran los miembros de la organización clandestina de Zuwawi. Entre 1985 y 1986, Zuwawi contaba como seguidores con muchos estudiantes y gente culta, en particular Abu Munther al Saadi, quien actuó como dirigente espiritual del GICL.
En 1986, Zuwawi viajo a Afganistán para tomar parte en la lucha contra los…