África ya no es de todos
Existen todavía grandes barreras alrededor de África. Barreras creadas por nosotros mismos, que miramos hacia el sur con un persistente prisma occidental. Ni siquiera los mapas actuales muestran una imagen real del continente. África lucha por abrirse paso y poder borrar las huellas que durante siglos han dañado su camino. Pero África no es un país, son medio centenar de Estados donde la homogeneidad y la heterogeneidad se han unido a la vez para romper todos los esquemas de quien se atreva a descubrirla.
Precisamente esto es lo que ha hecho Alex Perry. Sus más de 15 años como reportero de Time en Asia y África y sus trabajos de investigación –premiados e incluso utilizados en el Tribunal de la Haya– le acreditan para contar de primera mano cómo y por qué el gigante eternamente dormido está despertando. El propio Perry admite haber estado al borde de cometer las mismas generalizaciones que él quiere derribar. Pero eso no le ha impedido que La gran grieta sea un libro contado y escrito desde dentro.
El autor identifica los tres lastres que según él siguen frenando a África: los islamistas, los dictadores y la cooperación internacional. La historia reciente de África puede resumirse en buena parte como la lucha entre cristianos y musulmanes, y como la conexión constante de la yihad con la guerra y la lucha por la libertad. Las dictaduras allí no son la falta de una democracia como la que entendemos en Europa, sino el ubuntu, la comunidad inclusiva, llevada a sus últimas y peores consecuencias y que a día de hoy pretende sobrevivir a través de dictadores eternizados en el poder. Por último, Perry analiza una ayuda internacional que, aunque cuantiosa, no ha conseguido llegar a quienes la necesitaban y ha creado una visión paternalista en la que África es presentada como un mundo sin desarrollo y sin capacidades para progresar.
Perry tiene claras las divisiones en el continente e incluso propone hacer más drástica la separación que el Sahara ofrece, al considerar el norte de África como parte de Arabia. Es por ello que La gran grieta hace un recorrido geográfico, un safari (viaje, en suajili) que permite ver las singularidades de cada región. Pero se descubre a la vez cómo África tiene una historia común que va más allá de la colonización y la independencia. Algo de lo que muchas veces nos olvidamos es de que la historia africana no comienza en Europa. Al fin y al cabo, la humanidad nació en África.
Perry cuenta África a través de los africanos y deja que sus vivencias nos lleven hasta alcanzar la misma conclusión: la nueva África cambiará el mundo. El fallido y reciente intento de China de tomar África poco a poco y a golpe de inversión, sin olvidar que con más preocupación por las necesidades reales de los africanos que Estados Unidos y Europa, demuestra que algo ha cambiado. África es para los africanos y están dispuestos a acabar con el racismo y las generalizaciones creadas a su alrededor. Como el propio Desmond Tutu le dijo a Perry: “Ahora el cielo es el límite”.