Han pasado seis años desde que se iniciara el fenómeno de protestas ciudadanas que acabó sacudiendo los cimientos de los sistemas políticos árabes. Seis años en los que se han producido avances y retrocesos, en los que el autoritarismo se ha demostrado verdaderamente resiliente y en los que las alianzas, rivalidades y amistades se han trastocado profundamente. Seis años en los que, demasiadas veces, lo peor se ha traducido en violencia, fractura, división y sectarismo y en la reemergencia del terrorismo. Seis años en los que la libertad sigue siendo, salvo excepciones, una quimera y en los que el discurso dominante sigue tan obcecado con las sombras que es incapaz de detectar las rendijas de luz que se han abierto y las que sobreviven obstinadamente a su pesar.
Este número de afkar/ideas está repleto de muestras que desafían este estereotipo que sitúa al mundo árabe en una foto fija, dominada por los conflictos letárgicos y las nuevas guerras internas. Un prisma estático que considera a la democracia una rareza incompatible con los contextos árabes y al conservadurismo social y moral como la norma general. Una mirada incapaz de captar la luz que desprenden ciertos fenómenos menos perceptibles; dinámicas demográficas, sociales, creativas que se adaptan a los nuevos contextos complejos y acaban dando respuesta a mucho más de lo que cabía pensar.
Existe ante todo una generación árabe formada, competente, capaz, huérfana de proyectos políticos, pero comprometida con su entorno social, eminentemente local. El nuevo poder de las ciudades mediterráneas no reside tanto en un proyecto urbanístico, sino en la capacidad de sus ciudadanos de apropiarse del espacio público y reivindicarlo como suyo. Frente a una decepción creciente hacia los políticos y las instituciones, los jóvenes al sur del Mediterráneo se inventan nuevas formas de participación colectiva. Empiezan reclamando un parque…