No habrá victoria en Afganistán sin reconciliación nacional. En los últimos años se han intentado diversas iniciativas de diálogo con los insurgentes, pero hasta hoy han fracasado. Además de la negociación, la paz requerirá un replanteamiento de la naturaleza del Estado afgano.
A menudo las negociaciones se desarrollan a la vez que los conflictos, ya sea como una táctica de los adversarios para ganar la guerra o como un esfuerzo auténtico por salir de ella. En el caso de Afganistán, todavía no se han dado muchos pasos hacia unas posibles negociaciones destinadas a terminar con la insurgencia. A comienzos de 2009 ha habido algunos llamamientos puntuales en favor de un “gran pacto” pero han tenido poca repercusión. La perspectiva más inmediata es la de una escalada de la violencia, puesto que Estados Unidos y la OTAN se preparan para ampliar su despliegue militar (en principio con 21.000 tropas estadounidenses y 5.000 de otros miembros de la Alianza).
La administración de Barack Obama ha presentado su política en relación con Afganistán como una aplicación del concepto de “poder inteligente”, al que se han adherido los demócratas y que fue definido en el Congreso por la secretaria de Estado, Hillary Clinton. El poder “inteligente” es, sobre todo, el que tiene un enfoque claro. Por ello, cuando presentó su política para Afganistán a finales de marzo, Obama esbozó una meta algo más limitada que la de su predecesor. Ahora el objetivo principal es Al Qaeda; los talibanes sólo son un objetivo en la medida en que den refugio y apoyen a Al Qaeda. La palabra “talibán” ni siquiera se mencionaba en la declaración formal sobre Afganistán publicada por la OTAN tras su cumbre del 2 de abril en Estrasburgo-Khel. Según la declaración de la OTAN, el principal problema es Al Qaeda y…