Cuando parecía que EE UU había dejado atrás el «síndrome de Vietnam», surge de nuevo su fantasma reforzado por la vacilante voluntad europea ante operaciones militares que impliquen bajas.
El buzkashi es el deporte nacional de Afganistán, aunque su origen probable sea Uzbekistán. Consiste en dos equipos de jinetes, en un campo de dos kilómetros de longitud. Los jugadores de cada equipo no se diferencian en el color de su camiseta y parecen conocerse. El objetivo del juego es conducir el boz, una vaca sin cabeza y sin extremidades, desde un extremo del campo al otro. Los integrantes de ambos equipos pugnan para llevarse el boz al centro del terreno de juego, a veces realizando alianzas tácticas momentáneas. Es un juego muy violento, ya que no tiene mayores reglas y los jinetes terminan envueltos en verdaderas batallas sangrientas. No hay árbitros, por lo que el resultado depende sólo de los jugadores. Para el jinete la recompensa es el prestigio que puede tener ante el resto de sus pares. Los capitanes, denominados chapandoz, con turbantes y barbas negras, llegan a la cancha con fusiles Kalashnikov al hombro y guardaespaldas y se dan la mano antes de empezar el partido.
Históricamente, y en gran medida en la actualidad, este juego describe la dinámica interna de Afganistán. Nos encontramos con una serie de jugadores: las tribus pastunes, algunas de ellas son talibanes o sus aliados; otras etnias, como los uzbecos, tayikos o hazaras; las bandas de crimen organizado y traficantes de droga; controlando algunos de estos actores están los señores de la guerra y, finalmente, están el gobierno en Kabul y los gobiernos provinciales. Aunque puedan parecer actores separados no es así porque muchos de ellos están relacionados u ostentan varios papeles al mismo tiempo o mantienen alianzas entre ellos, como sucede entre…