La brusca depreciación de las monedas de Argentina, Rusia, Suráfrica, India, Indonesia y Turquía, entre otros grandes mercados emergentes (ME), era una corrección que había sido anticipada por los analistas debido al inevitable impacto que tendría en sus economías las dudas sobre el crecimiento y la estabilidad financiera de China, la caída de los precios de las materias primas, la eventual retirada de los estímulos monetarios y la subida de los tipos de la Reserva Federal de Estados Unidos.
En diciembre, el informe «Emerging markets: As the tide goes out», de Goldman Sachs advirtió que las dificultades de los me no eran meramente coyunturales y que debía esperarse una “elevada volatilidad” en los próximos 10 años. En 2013 el crecimiento medio de los me fue del 4%, frente al 8,7% de 2007. Entre marzo de 2009 y diciembre de 2011, el índice MSCI de me subió un 150%, pero desde entonces ha caído un 21%. En 2013, el índice de Morgan Stanley de ME cayó un 5%, mientras que el S&P 500 de Estados Unidos subió un 30%. Si se excluye a China, en los últimos dos años el crecimiento de los ME no superó al de EE UU. Sin China, que ha sostenido su crecimiento con su voraz demanda de commodities, los me representan el 19% del PIB mundial.
China quiere corregir su modelo de desarrollo para hacerlo menos dependiente del crédito y las exportaciones. Según la Academia China de Ciencias Sociales, la deuda de los gobiernos locales ha alcanzado el “alarmante nivel” de 3,3 billones de dólares, el doble que en 2010. Si se incluyen las deudas de las empresas estatales, la deuda pública china alcanza el 151% del PIB. Y si se le añade la deuda privada, la cifra es del 230%, un 71% más que…