Resulta paradójico que MAGA (Make America great again), el eslogan de Donald Trump, haya triunfado en un momento de resurgimiento y consolidación de la economía estadounidense. En 2017, cuando Trump llegó a la Casa Blanca por primera vez, la economía global crecía a un ritmo cercano al 4% anual real, actualmente apenas supera el 3,2%.
La crisis de crecimiento real es uno de los principales factores que explican esta segunda victoria. Su discurso proteccionista se ha exacerbado en estos años, lo que hace que el resto de países esperen con preocupación la sucesión de acontecimientos que comenzará en las próximas semanas con la toma de posesión prevista para el 20 de enero.
Pero las amenazas de Trump al comercio global no son sólo futuribles. La realidad es que ya están teniendo un efecto en la economía, porque los mercados llevan semanas descontando lo que está por venir. El primer impacto ha sido sobre las previsiones de inflación. Una política comercial proteccionista y una política fiscal expansiva sólo puede dar como resultado un repunte de los precios internos y, por lo tanto, una política monetaria más dura para compensar las decisiones del Gobierno.
Ante esta circunstancia, los inversores se han lanzado a comprar deuda americana en dólares, lo que ha subido el valor de ambos activos. Este flujo de ahorro hacia Estados Unidos ha provocado un primer tensionamiento en los países emergentes que necesitan financiación para alimentar su maquinaria de crecimiento. O peor, para refinanciar deudas ya existentes en moneda extranjera. Este es el primer gran riesgo para la economía global de las políticas proteccionistas estadounidenses, pero no será el único.
Muchos países no podrán continuar con sus planes de bajadas de los tipos de interés por miedo a una devaluación de sus divisas. Incluso la eurozona tendrá…