En marzo de 2023, Nicolás Maduro cumplirá una década en el poder. Previsiblemente lo celebrará negociando con la oposición en México una apertura política que permita recuperar a Venezuela una cierta normalidad democrática, imprescindible para reactivar la producción petrolera del país con las mayores reservas probadas del mundo (20%) y, sobre todo, a escasa distancia de las refinerías de Luisiana y Texas en el golfo de México. A diferencia de los socios de EEUU en el golfo Pérsico, Venezuela no tiene estrechos de Ormuz u otros cuellos de botella geopolíticos para la exportación de su petróleo, lo que explica que la Casa Blanca haya encontrado en la guerra de Ucrania un incentivo adicional para flexibilizar su postura hacia Caracas.
Incluso si Venezuela produjera un millón de barriles diarios (mbd) en 2025, frente a los 717.000 actuales, solo supondría el 1% de la producción mundial, pero en las críticas circunstancias actuales,…