Unas semanas antes del inicio de la guerra en Ucrania, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, alertaba de que estábamos asistiendo a un intento claro de redefinir las reglas de la comunidad internacional heredadas de la Segunda Guerra Mundial. Superados los 100 días de invasión rusa, podríamos decir que Borrell no exageró. Rusia redobla sus aspiraciones a un mundo definido nítidamente por el poder, las esferas de influencia, el nacionalismo y la fuerza.
La Unión Europea se ha tomado muy en serio –mediante la unión real en su acción exterior y la aprobación de políticas concretas para defender Ucrania y presionar a Rusia– lo que hay en juego en el nuevo escenario mundial. Por un lado, existe una progresiva determinación de presionar a la economía rusa y apoyar logísticamente a Ucrania, sobre todo mediante el envío de armas. De otro lado, se ha producido un insólito reagrupamiento…