La división sobre los visados llega en un momento particularmente complicado, a las puertas de un invierno con variables desconocidas para las economías europeas. En el séptimo mes de la peor guerra que ha vivido el continente desde 1945, el pesimismo de los líderes europeos es cada vez más difícilmente disimulable. El conflicto está lejos de su final y las consecuencias más graves –descontando la tortura rusa sobre la población ucraniana– comenzarán a notarse conforme los termómetros comiencen a bajar en el otoño. La posibilidad de un corte total de suministro energético a la UE por parte de Rusia sigue encima de la mesa y los líderes europeos intentan prepararse para ello.
Los mensajes apocalípticos se repiten. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha explicado elocuentemente el cambio de ciclo al que asistimos, advirtiendo sobre “una gran convulsión, un cambio radical”, vaticinando “el fin de la abundancia, de la liquidez…