Libia ha vuelto a ocupar transitoriamente los titulares con ocasión de la tragedia que ha supuesto la muerte y desaparición de unas 20.000 personas, especialmente en la ciudad de Derna, situada en la costa nororiental del país. En primera instancia se ha destacado que ese trágico balance es el resultado del ciclón Daniel, que anteriormente había golpeado en Grecia, y, por extensión, se ha presentado como un ejemplo extremo del cambio climático en el que estamos ya irremediablemente sumidos y ante el que poco cabe hacer. Sin embargo, lo que mejor explica lo ocurrido es la abrumadora falta de voluntad de las autoridades locales para, en primer lugar, prevenir desastres como este y, a continuación, para responder adecuadamente en el intento de salvar vidas y atender a quienes han sufrido el castigo.
Libia es, al menos desde la quiebra política registrada en 2011 con la caída y eliminación de Muamar…