Durante más de dos horas en el histórico auditorio de la Universidad de la Sorbona, el mismo lugar donde en 2017 pronunció un importante discurso nada más llegar al Elíseo, el presidente francés declaró que Europa debe reaccionar rápidamente si quiere sobrevivir en un mundo cambiante. En tono apocalíptico, Macron avisó: “Necesitamos ser lúcidos y reconocer que nuestra Europa es mortal. Todo depende de las decisiones que tomemos, y esas decisiones deben tomarse ahora”.
La gravedad del diagnóstico de Macron quedó bien reflejada en esta frase: “Es hoy cuando está en juego la cuestión de la paz y la guerra en nuestro continente y nuestra capacidad para asegurar o no nuestra seguridad… Están en juego las grandes transformaciones, la de la transición digital, la de la inteligencia artificial, así como la del medio ambiente y la descarbonización. Está en juego el ataque contra las democracias liberales, contra nuestros valores”.
Macron pide, sin ambigüedades, un cambio en el modelo económico para no quedar arrollados en la carrera por el liderazgo global que llevan a cabo Estados Unidos y China. Pero Europa, más allá de fortalecerse, necesita un relato compartido que sea capaz de aglutinar a los europeos, entorno a los valores democráticos, humanistas y liberales.
Para pasar a la acción, el eje central del discurso de Macron hizo especial énfasis en la inversión. Macron aboga por un “choque de inversión pública” y por “duplicar la capacidad financiera de Europa”, también mediante un mayor uso de las fuentes de ingresos propias de la UE, como los gravámenes del mecanismo de ajuste de carbono.
Dado que el dinero público no será suficiente, el presidente galo propone avanzar en la unión de los mercados de capitales (CMU), un plan de una década de antigüedad para construir un mercado único de capitales, aprovechando la fuerza…