La gota que colmó el vaso de la paciencia de Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay fueron las nuevas exigencias medioambientales de Francia y Bélgica, entre otros países comunitarios, y que los suramericanos consideran excusas proteccionistas. En abril, el Parlamento Europeo decidió que a partir de 2025, los productores de materias primas que quieran acceder al mercado comunitario deberán certificar que sus exportaciones no contribuyen a la deforestación.
Las reticencias europeas no son gratuitas. En Brasil, la ganadería es responsable de buena parte de la deforestación de la Amazonía. JBS, la mayor exportadora mundial de carne, ha sido repetidamente acusada por Greenpeace de comprar ganado proveniente de terrenos deforestados.
La producción de carne representa el 8,5% de las emisiones globales. Entre 1985 y 2013, el Chaco paraguayo perdió el 20% de su superficie forestada por el avance de la frontera agrícola. París y Bruselas temen sobre todo la competitividad agroindustrial de…