Como tantas otras, la guerra en Ucrania es, además de una tragedia humana, un gran laboratorio donde tanto los combatientes, adaptándose incesantemente a los vaivenes del conflicto, como actores externos observan con detenimiento para extraer lecciones que sirvan para planificar mejor su propia defensa, al hilo de los avances tecnológicos aplicados en el campo de batalla y de las estrategias y tácticas empleadas por cada bando.
Todavía es muy pronto para sacar conclusiones firmes, dado que lo ocurrido hasta ahora no ha desembocado en la victoria o derrota definitiva de ninguna de las dos partes enfrentadas. Pero ya se aprecian indicios y tendencias que parecen llamados a marcar un nuevo rumbo en algunos aspectos relevantes del arte de la guerra.
Así ocurre, por ejemplo, con el carro de combate, hasta hace poco identificado como el arma principal del combate terrestre y de nuevo en cuestión ante el auge y la…