Con los medios bélicos desplegados hasta ahora en lo que aún insiste en denominar “operación militar especial”, Rusia no solo no ha logrado imponer su dictado, sino que ha fracasado en su iniciativa en el campo de batalla. De hecho, desde finales de agosto ha perdido más de la mitad del territorio controlado en su primer empuje, con hitos tan negativos como la retirada de Jersón, única capital regional conquistada desde el arranque de la invasión el 24 de febrero. Moscú había declarado Jersón territorio ruso. Su retirada supone ahora una amenaza mayor a su intención de no ceder en ningún caso la península de Crimea. El hecho de que Moscú esté recurriendo a la construcción de trincheras en la orilla izquierda del río Dniéper parece indicar que se prepara para una resistencia a toda costa.
Lo mismo cabe decir en el Donbás, donde las tropas rusas tampoco son capaces…