En cuanto a Estados Unidos, la evolución nacionalista y eurasianista dominante entre los fieles a Erdogan ha llevado a intensificar el esfuerzo para evitar la subordinación a los designios de Washington, y solo su inferioridad económica y tecnológica explican que los lazos bilaterales no se hayan debilitado aún más. Un buen ejemplo es la expulsión de Ankara del programa de diseño y fabricación del avión F-35 como represalia por la compra turca de sistemas antiaéreos rusos S-400. Ahora, cuando Turquía, sumida de nuevo en una grave crisis económica, ve que es insostenible su proyecto de fabricación del caza de quinta generación, Kaan, si solo puede dotar a sus propias fuerzas aéreas con unos 100 aparatos, vuelve forzosamente la vista a Washington en busca de unos F-16 modernos que considera imprescindibles para afrontar las amenazas de algunos países vecinos.
Pero la resistencia del Congreso estadounidense a facilitar esa transferencia de material…