A pesar del casi pleno desempleo y a que desde enero la bolsa ha subido un 10%, la popularidad de Joe Biden no supera el 38% y va por detrás de Donald Trump en cinco de los seis estados en los que le ganó en 2020. Biden ganó en el voto popular (158 millones) y en el colegio electoral, pero si Trump hubiese sacado 42.921 votos más en tres estados (10.457 en Arizona, 11.779 en Georgia y 20.682 en Wisconsin), habría seguido en la Casa Blanca.
Dado que votar es una decisión personal, los factores económicos no siempre lo deciden todo. Según Pew, en 2023 el 62% se declaraba cristiano, frente al 90% en los años setenta. Entre ellos, el 40% cree que EEUU debe ser una “nación cristiana” y el 20% que necesita de un líder fuerte que no tenga que preocuparse por congresos o elecciones.
Además de J.F. Kennedy, no había habido un presidente católico hasta la llegada de Biden, lo que ilustra la complicada relación del país con el catolicismo, que se remonta a la llegada de inmigrantes irlandeses e italianos durante las décadas previas a la Ley Seca. EEUU es un Estado aconfesional y gran defensor de la libertad religiosa, entendida desde la resistencia a una religión obligatoria y el pluralismo: los lemas y símbolos político-religiosos están presentes en el dólar, en ceremonias y en muchos edificios públicos.
Un 80% de los practicantes votan casi siempre a los candidatos republicanos. En 1990, el 40% de los protestantes blancos votaban a los demócratas. Hoy son menos del 15%. En 2020, un 81% –y el 50% de los católicos– prefirieron a Trump. Un editorial del Wall Street Journal explicaba esa tendencia citando a G.K. Chesterton, que escribió que la tradición hacía respetar la voluntad de…