El presupuesto anual del gobierno haitiano (2.200 millones de dólares) es solo la mitad del de la NYPD, la policía neoyorquina. Kenia ha participado en más de 40 misiones de “cascos azules” –Somalia, RDC, Yugoslavia…–, pero ahora sus soldados se enfrentan en Haiti a una experiencia inédita: unas 600 bandas armadas que son la autoridad de facto en la mayor parte del país.
El 3 de octubre, tras llegar en canoas y barcas a Pont-Sondé, un pueblo de 10.000 habitantes, los sicarios del Gran Griff acribillaron a sus víctimas con fusiles automáticos y prendieron fuego a sus casas en venganza por la formación de grupos de autodefensa en Artibonite.
El ataque cometido por una de las 22 bandas que operan en esa zona agrícola dejó 88 víctimas mortales y cientos de heridos de bala. Pont-Sondé quedó deshabitado y sus habitantes se sumaron a los ya 700.000 desplazados internos, un 22% más que en junio de 2023.
Tras la llegada en junio de la MSS, la alianza de grupos criminales Viv Ansanm, que lidera Jimmy “Barbecue” Chérizier, se retiró de algunos de sus bastiones en Puerto Príncipe, cuyo aeropuerto recibió la reciente visita del presidente keniata, William Ruto, y de Antony Blinken. Es la primera desde 2015 de un secretario de Estado.
Mientras Blinken estaba en la ciudad, un ataque a la central eléctrica la dejó sin luz durante horas. Muchos analistas creen inevitable algún tipo de negociación de Vin Ansanm con el actual gobierno provisional del primer ministro, Gary Conille, que quiere convocar elecciones en cuanto las condiciones de seguridad lo permitan. Hasta ahora, Conille no ha podido ocupar sus oficinas, ubicadas en una zona bajo control de “Barbecue”. En los últimos años ha ordenado asaltar hospitales, farmacias, universidades, mercados, comisarías de policía y prisiones.
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