La violencia es un rasgo que define buena parte de la historia de Sudán desde su creación en 1956. En su origen fueron los británicos los que, al formar en función de sus intereses el que fue el país más grande de África, obligaron a vivir juntos a quienes no tenían ningún deseo de hacerlo. A esa falla estructural se han añadido otros factores que solo bajo la dictadura de Omar al Bashir mantuvieron una falsa estabilidad durante casi 30 años, salpicados de violencia y represión, con episodios tan trágicos como el que todavía afecta a Darfur y a la independencia de Sudán del Sur (2011), lo que dibuja una vecindad muy inestable.
La caída del dictador, en abril de 2019, apenas generó un tibio soplo de esperanza, con las Fuerzas de la Libertad y el Cambio pilotando un proceso civil de transición hacia la democracia que, en 2021, fue…