En una conferencia de prensa el 19 de enero en la que esgrimió fotos de satélite que mostraban la concentración de tropas rusas en las fronteras con Ucrania, Joe Biden advirtió a Moscú que si invadía el país vecino, Washington y sus aliados se lo harían pagar caro. Dos días después, en una tensa reunión en Ginebra con el ministro de Exteriores ruso, Sergéi Lavrov, el secretario de Estado, Antony Blinken, le reiteró que las represalias serían “inmediatas y despiadadas”. Las amenazas de ambos se cumplieron al pie de la letra, incluso más allá de lo esperado.
Las sanciones inmediatas incluyeron, entre otras cosas, la congelación de 300.000 millones de dólares de las reservas rusas de oro y divisas en bancos y entidades occidentales, así como el aislamiento de la banca rusa del sistema de pagos Swift. La recaudación tributaria en Rusia ha caído el equivalente al 8%…