Que Moscú pretende recuperar la influencia perdida en su vecindad, tanto en Asia Central como en Europa Oriental, está claro desde que Vladímir Putin logró imponer su dictado en el Kremlin, hace 20 años, tratando de revertir la implosión de la Unión Soviética, que considera la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX. Tampoco hay dudas de que está dispuesto a utilizar todos los medios disponibles para ello, tal como demuestra lo sucedido en Ucrania desde 2014. En esta línea encaja el último movimiento de Rusia, en lo que cabe interpretar como un órdago que va más allá de la intención del presidente ruso de mantener el control de Ucrania.
«Las sanciones en ningún caso van a frenar las apetencias de Rusia por recuperar lo que, en el fondo, sigue considerando suyo»
Con los prolegómenos de sendos artículos publicados por el propio Putin y su fiel Dmitri Medvédev, con los…