Finalmente, con la parafernalia añadida de un viaje de dos días en un tren blindado de una veintena de vagones, Kim Jong-un se ha reunido con Vladímir Putin en el cosmódromo ruso de Vostochni. Se cumplía así lo que la prensa estadounidense había adelantado días antes, en un nuevo ejercicio de la administración de Joe Biden por mostrar su detallado conocimiento de los planes de sus adversarios y tratar de influir en ellos. Nada sólido cabe extraer del encuentro, teniendo en cuenta que no ha habido rueda de prensa, comunicado final o algún documento público que permita saber si se ha alcanzado algún acuerdo.
Nada extraño, por otro lado, si se tiene en cuenta que se trata de dos parias internacionales, sancionados repetidamente por sus actos contrarios a la ley internacional y que buscan un entendimiento en asuntos que prefieren mantener en secreto. Esta es la primera vez que el…