INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 1403

Respuestas desde Europa a Trump

En los últimos días, ya con el nuevo presidente en la Casa Blanca, los líderes europeos han comenzado a esbozar cómo la UE se prepara para hacer frente a la agenda disruptiva y nacionalista de Trump. El objetivo es lograr ser competitiva y segura en un tiempo especialmente desafiante.

Con un tono pragmático, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha delineado una estrategia de respuesta ante los riesgos evidentes que llegan del otro lado del Atlántico. Desde el Foro Económico Mundial en Davos, Von der Leyen dejó claro que Europa buscará el equilibrio entre cooperación y confrontación, defendiendo sus principios y sus intereses estratégicos, pero adaptando también sus formas de actuar para un nuevo mundo.

La UE ha tendido la mano para cooperar con quien ha sido su aliado en el mundo más importante, pero Bruselas está preparada para la confrontación si esta se produce, ha dejado entrever la presidenta. La necesidad de profundizar las relaciones con otros países como India o China, y otras regiones como América Latina, con el acuerdo con Mercosur más cerca, es más urgente que nunca.

El enfoque proteccionista y bidimensional de Donald Trump plantea serios riesgos para la UE, especialmente en el ámbito comercial. Las amenazas de imponer aranceles generalizados a bienes extranjeros y desmantelar regulaciones internacionales podrían generar un impacto negativo en sectores clave para Europa, como la automoción y la tecnología. Además, la creciente dependencia de las tecnologías estadounidenses también ha expuesto la vulnerabilidad europea ante posibles medidas unilaterales que favorezcan a sus competidores.

En este panorama, Europa debe reafirmar su papel como líder del multilateralismo. Ante un Estados Unidos que se aleja de instituciones como la OMC, la UE tiene la oportunidad de encabezar esfuerzos para reformar y revitalizar estas estructuras. Una coalición de socios afines podría impulsar un sistema comercial global basado en reglas, que garantice una competencia justa y que permita abordar desafíos como el cambio climático. Este liderazgo no solo protegería los intereses europeos, sino que también posicionaría a la UE como un actor clave en la gobernanza global.

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