En las últimas encuestas realizadas al electorado mexicano, su intención de voto duplica la de Xóchitl Gálvez, líder de la coalición opositora. Este fenómeno es explicable. México cerró 2023 como la duodécima economía mundial, con un PIB de 1,81 billones de dólares, por delante de Corea del Sur, Australia y España, según el Fondo Monetario Internacional.
Con una inflación del 4,5%, la economía creció 3,3% tras hacerlo un 3,9% en 2021 y 2022, gracias, entre otras cosas, al aumento del salario mínimo en un 85% por encima de la inflación. Tras los años de austeridad fiscal de la pandemia, el gobierno aumentó un 30% la inversión en programas sociales.
En este contexto, el peso se ha revalorizado un 15% frente al dólar y las inversiones extranjeras directas (IED) aumentaron 21%, hasta los 43.900 millones, la mayor cifra desde 2013. A pesar de los buenos datos económicos, solo las urnas mostrarán hasta qué punto la “cuarta transformación” obradorista ha alterado los equilibrios políticos internos.
En junio, se elegirán también a los 628 miembros de las dos cámaras del Congreso, a nueve gobernadores y otros cargos políticos, unos 20.000 en total. Ante la inseguridad, la principal preocupación de los mexicanos, el gobierno esgrime que desde 2018 la tasa de homicidios ha caído un 8%, de 28 a 25 por cada 100.000 habitantes, atribuyendo el mérito a las fuerzas de seguridad.
La popularidad del presidente rara vez ha bajado del 60%. Según escribe Viri Ríos en America’s Quarterly, quienes critican sus tendencias autoritarias y populistas no dan importancia de reformas que han fortalecido una nueva generación de sindicatos democráticos. Los salarios, medidos como ingreso laboral per cápita, han alcanzado un máximo histórico.
Según Latinobarómetro, la percepción de que el gobierno federal no es corrupto –o rara vez lo es– se ha…