De este modo, cinco meses después de haber renovado su juramento el pasado mes de enero para los próximos cinco años, se desbloquea formalmente el proceso político con el nombramiento de Judith Suminwa Tuluka como primera ministra (primera mujer en acceder al cargo desde la independencia en 1960). Estará al frente de un gabinete compuesto por 54 ministros (57 en la legislatura anterior), de los cuales 17 son mujeres.
En contraste con lo que el propio Tshisekedi hizo cuando fue elegido por primera vez en 2019, con un gabinete formado por los principales representantes de los partidos, en esta ocasión ha contado solo con miembros de su propio partido, la Unión para la Democracia y el Progreso Social (UDPS), y con algunos tecnócratas. A eso se une que el 55% de los ministros son neófitos –incluyendo las carteras de asuntos exteriores, defensa e interior–, en un aparente intento por evitar que haya varios centros de poder dentro del propio gabinete ministerial. Se abre una competición por ganar posiciones con vistas a las próximas elecciones presidenciales, a las que Tshisekedi ya no podrá presentarse.
En todo caso, los problemas internos del equipo ministerial no serán probablemente los de mayor calado en un país que, a pesar de sus ingentes riquezas naturales, sigue figurando entre los diez más empobrecidos del planeta.
La gran mayoría de sus 100 millones de habitantes están muy lejos de poder cubrir sus necesidades básicas, al tiempo que su seguridad física está constantemente amenazada, sobre todo en las provincias orientales de Ituri, Kivu Norte y Kivu Sur. En esas condiciones se entiende de inmediato las dificultades con las que parte Tshisekedi en su segundo mandato. No es suficiente haber logrado el 73% de los votos en las controvertidas elecciones del pasado diciembre, y está muy lejos de poder…