INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 1370

Plásticos reciclables y otros mitos

A medida que se acerca la fecha límite –finales de este año, fijada por la Asamblea Medioambiental de la ONU en su última reunión en Corea del Sur– para que el comité de negociaciones intergubernamentales sobre el plástico (INC4) alcance un acuerdo vinculante sobre la contaminación plástica, se van despejando varios mitos sobre la posibilidad de reducirla con las políticas y tecnologías actuales.

Algunos expertos como Eve Schaub y Patrick Schröder, de Chatham House coinciden en que la mayor parte de proyectos de su reciclaje de plásticos parten de una idea equivocada: que tal cosa es posible.

De todo el plástico producido desde los años cincuenta, cuando comenzó su fabricación masiva, solo un 9% se ha reciclado. Actualmente, solo se recicla un 5%, frente al 68% del papel y el cartón, la mayor parte de las veces en un producto de muy inferior calidad, cifras que revelan un fracaso sin paliativos tras más de medio siglo de intentos fallidos.

Los polímeros sintéticos del plástico forman vínculos químicos indestructibles con métodos baratos o sostenibles medioambientalmente. Los ensayados hasta ahora solo los desintegran en microplásticos y nanoplásticos que se han detectado incluso en placentas y leche de madres lactantes.

Un estudio sobre una planta de reciclaje de plásticos en EEUU descubrió que vertía cada año unos 1.360 millones de kilos de microplásticos en sus aguas residuales. Según escribe Schaub en The Washington Post, si por reciclaje se entiende convertir un material usado en otro de similar valor y función, el del plástico es un mito. A diferencia del reciclaje del papel, vidrio y el metal, el del plástico es un método tóxico y alto en consumo de energía.

En enero, el precio de una tonelada métrica de polietileno reciclado –que se utiliza para botellas, envoltorios y fibras textiles sintéticas–, rondaba los 1.000 dólares, frente a los 800-900 de una de plástico virgen. El plástico se fabrica con combustibles fósiles y químicos como los PFSA que se usan para hacerlos antiadherentes, impermeables y resistentes a las manchas, pero cuyos efectos en la salud humana apenas se conocen, aunque se cree que son carcinógenos.

Si no se toman medidas, los residuos plásticos se podrían triplicar…

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