La derrota del Bharatiya Janata Party (BJP), el partido hinduista del primer ministro indio Narendra Modi, en Bengala Occidental, pese a que movilizó toda su formidable maquinaria partidaria para derrotar a su gobernadora, Mamata Banerjee, ha mostrado la onerosa factura política que ha comenzado a pagar su gobierno por la pandemia. En las últimas semanas, India registra casi el 37% de los nuevos contagios en el mundo.

Al principio, los epidemiólogos creyeron que la relativa juventud de la población –el 65% tiene menos de 35 años– actuaría como un escudo natural frente al virus. En el último Foro de Davos de enero, Modi dijo que India había vencido la pandemia y que los millones de dosis del Serum Institute de India, el mayor fabricante mundial de vacunas, contribuirían a su eliminación en el resto del mundo. No parecía exagerar.

A mediados de febrero, la tasa de contagios rondaba los 10.000 diarios. En abril superó algunos días los 379.000, casi 12 veces más, con 3.500 muertes diarias. Según los datos oficiales, hay 18 millones de infectados. Diversos medios estiman que podría ser hasta 10 veces más. La web de noticias Scroll.in calcula que en Nueva Delhi el 36% de sus 21,7…