No fue un mero formalismo que el anuncio del acuerdo entre Arabia Saudí e Irán se produjera en Pekín, aprovechando el cierre de la XIV Asamblea Popular Nacional. El acuerdo por el que Riad y Teherán se comprometen a restablecer sus relaciones diplomáticas, tras siete años de paréntesis, es el resultado de un esfuerzo en el que confluyen los intereses de los tres protagonistas. A la espera de lo que ocurra en la práctica, el anuncio sirve a China para apuntalar su influencia en una región que clave para sus intereses.
En cuanto a las motivaciones que han llevado hasta la declaración del 10 de marzo, para Irán, el acuerdo sirve, en primer lugar, para frenar la deriva saudí, cada vez más próxima a Israel –planteándose incluso un reconocimiento que ya han aceptado otros países árabes–. Teherán es consciente, asimismo, de que le interesa reforzar sus vínculos con Pekín. China…