La vía hacia la formación de gobierno parece bastante clara. La CDU/CSU, liderada por Friedrich Merz, fue la fuerza más votada y la única opción viable de gobierno parece ser una alianza con el Partido Socialdemócrata (SPD), una gran coalición que ya ha funcionado bien en el pasado.
Juntas, ambas formaciones suman 328 de los 630 escaños del Parlamento, lo que les otorga una mayoría absoluta ajustada. Aunque los números permitan formar gobierno, la presión del AfD y el resurgimiento de la izquierda radical podrían dificultar el margen de maniobra de esta nueva alianza. Merz ha dejado claro que no negociará con la extrema derecha, pero el AfD intentará aprovechar las diferencias entre la CDU y el SPD en temas como la migración, la fiscalidad y la política económica.
A pesar de la urgencia, es poco probable que Alemania tenga un gobierno plenamente operativo antes de la primavera. El futuro gobierno tendrá que enfrentarse a problemas estructurales que han debilitado la competitividad de la economía alemana en los últimos años: la falta de inversión en infraestructura, el declive de la producción industrial y el impacto de la competencia china en sectores clave como la automoción exigen medidas urgentes.
Un factor determinante que merma la competitividad de la industria local es el alto coste de la energía, que ha empujado a muchas empresas a deslocalizar sus operaciones. Actualmente, el precio de la electricidad en Alemania es más alto que la media de la UE, lo que afecta gravemente la competitividad del país.
Uno de los debates clave en la política alemana con ramificaciones para el resto de la UE es el freno a la deuda, una norma constitucional que limita el nivel de endeudamiento del gobierno. Durante años, la regla no se aplicó de manera estricta, pero desde 2023 se…