Según estadísticas oficiales, el 60,7% de los mexicanos cree que la violencia delictiva es el problema más grave del país, que según el World Population Review, tiene 14 ciudades entre las 50 más violentas en el mundo, entre ellas Acapulco en Guerrero. La policía encontró la cabeza de Arcos sobre un vehículo el 6 de octubre, un día antes de que el nuevo secretario de Seguridad Pública, Omar García Harfuch, presentara el plan de seguridad del gobierno federal.

Días antes, sicarios de los Ardillos y los Tlacos, dos de las bandas que operan en el Estado, mataron a tiros a plena luz del día y en el centro de Chilpancingo al secretario general del ayuntamiento, Francisco Tapia, y al jefe de sus fuerzas de seguridad, Ulises Hernández.

El mensaje quedaba claro para su sucesor: el verdadero poder en Guerrero está en manos del crimen organizado. Quien ocupe su puesto se enfrenta al desafío de afianzar el control oficial sobre un territorio donde las facciones criminales se dedican al secuestro, la extorsión y el tráfico de drogas, armas y personas, pero también a negocios como el transporte, la ganadería y hasta funerarias y recogida de basura.

En 2023, cámaras de seguridad captaron a Norma Hernández, antecesora de Arcos, en una reunión –“fortuita”, según ella– con el jefe de los Ardillos. En su toma de mando, Sheinbaum esbozó una serie de iniciativas como las que le permitieron reducir a la mitad la tasa de homicidios de la capital cuando estuvo al frente de su gobierno, durante el que mejoró la cooperación policial con la Fiscalía y el FBI, la DEA y otras agencias de seguridad de EEUU.

La nueva estrategia, según Harfuch, abordará las causas estructurales de la violencia, fortalecerá las capacidades de investigación e inteligencia de las…