La mitad de la producción mundial de soja –un mercado que mueve 155.000 millones de dólares– proviene hoy de cultivos suramericanos. Con la cosecha de 2017-2018, Brasil superó a Estados Unidos, hasta entonces el primer productor de soja exportada en gran parte al mayor importador mundial: China. El gigante asiático la utiliza sobre todo como forraje en su enorme industria porcina, su principal fuente de proteínas de origen animal.
El boom de la soja no sale gratis: sus cultivos inciden en la deforestación de grandes extensiones de bosque en Pará, el Cerrado y el Pantanal brasileños y en las llanuras del Chaco, que comparten Argentina, Bolivia y Paraguay. Todo comenzó en los años setenta, cuando Embrapa, el instituto de investigaciones biológicas y agrícolas brasileño, comenzó a desarrollar variedades genéticas de soja –una planta oleaginosa asiática– para adaptarla al trópico.
Era una apuesta segura. Debido a sus múltiples usos, el grano,…