Hace una década, la inversión responsable era una quimera. Algunos fondos de inversión apostaban por ofrecer una gestión favorable con el medio ambiente y, sobre todo, evitar empresas que generasen un perjuicio social, como las tabacaleras o las armamentísticas. Unos pocos soñadores invertían en este tipo de fondos. Sin embargo, la concienciación sobre el cambio climático ha convencido a los ciudadanos y, por extensión, a los inversores.
La industria de los fondos con inversión responsable suma más de tres billones de dólares en activos. Su volumen se ha triplicado en poco más de cuatro años. Este montante y, sobre todo, su ritmo de crecimiento generan ya preocupación entre reguladores y supervisores. El motivo no es su estabilidad financiera, que no está en cuestión, sino la protección de los inversores. La proliferación de estos vehículos de inversión en un mercado desregulado provoca que muchas gestoras hayan aprovechado la coyuntura para colocarse…