EN Argentina, famoso por sus asados y cortes de carne, la reciente prohibición del gobierno a las exportaciones de carne durante un mes para mantener el consumo interno fue para algunos casi un sacrilegio. Desde que en 1876 llegaron a Buenos Aires los primeros buques frigoríficos que abrieron a Argentina los ávidos mercados europeos, la carne ha simbolizado –como el trigo y hoy también la soja– la riqueza agroindustrial de las pampas.
En 2020, sin embargo, el consumo per cápita anual cayó hasta los 49,7 kilos, casi la mitad de 1956, cuando alcanzó su pico. En 12 meses, el precio de un kilo de costillas ha subido un 90%. La inflación ronda el 50%. En ese mismo año, en América Latina y el Caribe, la inseguridad alimenticia aumentó un 9%, con lo que hoy afecta al 40,9% de su población, según la FAO.
El fenómeno es global. En Rusia, el…