Varios de los hechos políticos más significativos de la XVI cumbre de los BRICS+ se produjeron en los márgenes de la reunión, entre ellos el encuentro entre Xi Jinping y Narendra Modi, el primero en cinco años. Otro fue la propia presencia del primer ministro indio, que prefirió, como el surafricano Cyril Ramaphosa, la cita en la ciudad rusa a la cumbre en Samoa de la Commonwealth, la primera a la que asistía como rey Carlos III.
Venezuela, por el momento, ha quedado fuera del bloque, a diferencia de otros 13 nuevos socios, entre ellos Argelia, Nigeria, Tailandia, Turquía y Vietnam. La visceral reacción chavista ha sido previsible, utilizando toda su artillería mediática para denunciar la “puñalada por la espalda” de Brasil. El comunicado de la cancillería venezolana se cuidó, sin embargo, de no mencionar a Luis Inácio Lula da Silva, aunque advirtiéndole que “o nos respeta o haremos que nos respete”. Su ausencia en la antesala de los BRICS+ priva al régimen chavista de la cobertura diplomática y la financiación de un bloque que suma el 45% de la población mundial, el 20% del comercio y el 35% del PIB (en ppp), frente al 30% de los países del G7, según el FMI.
Maduro, que llegó a Kazán en último momento, quizá confiaba en que Putin le abriría las puertas del BRICS+ y del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), con sede en Shanghái que actúa como brazo financiero del bloque. El NDB ha acordado renovar en 2026 el mandato de la brasileña Dilma Rousseff, que goza de la máxima confianza de Lula.
El banco se creó en la cumbre de 2015 en Fortaleza con aportes de cada uno de los socios fundadores de 50.000 millones de dólares (10,98% del capital suscrito). Este año concederá…