Un día antes, Arce le destituyó como jefe del ejército por decir en televisión que no permitiría que Morales volviera al poder. La fractura del oficialista MAS ha paralizado las sesiones parlamentarias necesarias para aprobar los créditos internacionales que el país necesita con urgencia. Si solo se cuentan los dólares, euros y yenes, las reservas no superan los 108 millones de dólares.

Los mercados han cerrado el grifo del crédito externo ante unas cuentas teñidas de rojo y un déficit fiscal del 11%. La deuda externa no supera el 30% pero el riesgo país ronda los 2.000 puntos en un país que entre 1945 y 2019 fue el que más golpes de Estado sufrió, muy por delante de Haití, Argentina y Venezuela.

Si se incluye el último, han sido 34. La pandemia infligió un duro golpe a la economía, del que no se llegó a recuperar. Hoy existen 13 tipos de cambios, entre formales e informales. En febrero, Fitch rebajó la calificación de los bonos bolivianos de B- a CCC (junk).

Arce insiste en una industrialización –del litio y otros minerales– inverosímil a corto o mediano plazo. A los problemas a los que se enfrenta Bolivia se añade su vulnerabilidad ante el cambio climático. Con un millón de kilómetros cuadrados y solo 12 millones de habitantes, en sus llanuras orientales, el país altiplánico-amazónico tiene grandes extensiones de bosques que vienen sufriendo el impacto simultáneo de la sequía, olas de calor, incendios forestales, el avance de la frontera agrícola y la contaminación de sus fuentes de agua por la minería ilegal.

En un entorno natural de picos con nieves perpetuas, extensos humedales y zonas áridas, son cada vez más frecuentes los incendios, las inundaciones y los deslizamientos. Algunos fuegos provocados para crear nuevas zonas de cultivo y ganadería en…