En 2023 fueron asesinados en América Latina 166 defensores del medioambiente, el 85% de los que se registraron a escala global, 79 de ellos en Colombia y 25 en Brasil. El periodismo y activismo climático se han tornado en vocaciones peligrosas, precisamente, en una región y un momento donde hace más falta que nunca. Suramérica fue el último continente habitado por humanos, un aislamiento que hizo de la Amazonía el enclave de mayor biodiversidad del planeta.
Al conducir por las carreteras que atraviesan la selva es muy común la visión del humo saliendo de zonas incendiadas para despejar terrenos para el ganado. Algunos terrenos los compran a través de intermediarios compañías como JBS –la mayor del sector cárnico mundial– a la que las autoridades brasileñas han acusado de comprar ganado criado en tierras deforestadas de manera ilegal en la Amazonía. Brasil es el primer exportador mundial de carne, por valor de 22.000 millones de dólares en 2023
El cambio climático y la deforestación están amenazando cada vez más sus frágiles ecosistemas. En la estación seca, las carreteras de la zona quedan sembradas de cuerpos carbonizados de animales salvajes atrapados en los incendios o atropellados mientras trataban de escapar de las llamas.
La consecuencias son globales. Los 560 millones de hectáreas de foresta boscosa absorben 10,2 gigatoneladas de CO2 al año: el 15% por los bosques boreales, 20% por los templados y el 65% por los situados entre los trópicos de Cáncer y Capricornio. El problema es que debido a su desmesurada extensión, en los bosques amazónicos la presencia del Estado es escasa o casi inexistente.
La Amazonía brasileña alberga a 30 millones de personas, la mayor parte en ciudades de fuerte crecimiento demográfico como Manaos, Porto Velho o Belém de Pará, que en 2025 acogerá la cumbre climática de la…