La contraofensiva ucraniana lanzada hace unos meses no ha logrado romper las líneas rusas, entre otras cosas por la creciente capacidad de sus fuerzas para interferir (jamm) con ondas electromagnéticas las frecuencias que usan sus drones y misiles para comunicarse con sus pilotos y operadores remotos.
Los analistas de defensa que cita The Guardian aseguran que la guerra electrónica rusa, al bloquear las señales GPS que los orientan y dirigen hacia sus objetivos, ha mermado la eficacia de los Himars, Excaliburs, JDAM-EG y otros misiles que la OTAN ha entregado a Kiev. Con esos medios, los mandos rusos pueden desviar sus trayectorias y trazar las coordenadas de sus centros de comando.
Esa guerra se libra en el espectro electromagnético, pero sus sistemas terrestres están montados en camiones situados cada 10 kilómetros a lo largo de la línea del frente. A su vez, Ucrania, que perdió su Armada con…