El AfD, una formación nacida hace una década al calor de la crisis de la eurozona, se ha convertido en el primer partido de extrema derecha en ganar una elección regional desde la II Guerra Mundial. En las elecciones en el estado oriental de Turingia, con casi el 33% de los votos, terminó en primer lugar y en las elecciones de Sajonia, otra región del este, en segundo lugar, al alcanzar casi el 31%.
La deriva ultra en la política alemana se completa por el flanco izquierdo. La alianza BSW, un partido formado hace tan solo unos meses, logró la tercera posición en ambas elecciones regionales. La retórica de BSW conecta con AfD en algunos asuntos esenciales como el discurso antinmigración o el rechazo al apoyo de Ucrania en la guerra. William Callison y Quinn Slobodian lo explicaban en el número 201 de Política Exterior con el auge del “diagonalismo”.
El canciller Olaf Scholz, que lidera una coalición de gobierno de socialdemócratas, verdes y liberales, ha subrayado la necesidad de reforzar el cordón sanitario entorno a la extrema derecha. “Nuestro país no puede y no debería acostumbrarse a esto. AfD está afectando a Alemania. Está dañando su economía, dividiendo su sociedad y arruinando la reputación de nuestro país”.
El CDU, el centro derecha, en la oposición a nivel federal, parece estar en sintonía con el canciller. El líder de este partido en Turingia, segundo en la contienda, anunció que comenzaría las negociaciones de coalición con otros partidos “de centro democrático”, una velada exclusión del AfD, a pesar de que este partido quedó en primer lugar.
En Sajonia, donde el CDU alcanzó la primera posición por estrecho margen, los democristianos también han descartado colaborar con la extrema derecha. En ambos estados, el desafío para lograr coaliciones estables será importante, al necesitar…