Hoy Haití está sin gobierno, parlamento y con el 80% de Puerto Príncipe, la capital, y la mitad del territorio en manos de bandas armadas hasta los dientes. Pero nunca antes se había llegado, como ahora, a la práctica disolución del Estado y la pérdida de cualquier vestigio de orden publico, lo que impide que se siga ignorando una tragedia que transcurre a dos horas de vuelo a Miami.
En 2023, el número de haitianos que intentó entrar a EEUU ilegalmente aumentó 23 veces. El gobernador republicano de Florida, Ron DeSantis, ha ordenado el despliegue de 250 agentes de policía y soldados en los cayos para detener a los haitianos que huyen de la violencia.
Entre 2002 y 2023 la tasa de homicidios aumentó un 120%. En lo que va de año, según la ONU, 360.000 haitianos han tenido que abandonar sus casas por la violencia o su ocupación por pandilleros armados con fusiles automáticos –AK-47, AR-15, M16…– con los que entre el 1 y 2 de marzo asaltaron las comisarias y prisiones de la capital y liberaron a 4.600 presos.
En vídeos colgados en sus redes se les ve asesinar a seis agentes y vejar sus cadáveres. Con 11,4 millones de habitantes, Haití tiene solo 10.000 policías (1,3 por cada 1.000 habitantes, frente al 2,2 de la media mundial) con mucho menor potencia de fuego que las bandas que lidera Jimmy “Barbecue” Chérizie.
En septiembre de 2022, sus hombres capturaron 25.000 toneladas de diésel en respuesta a la eliminación de los subsidios a los combustibles por el gobierno de Henry. La policía expulsó a Chérizie en 2018 por su participación en una masacre en la que murieron al menos 71 personas, uno de los tres casos que la Harvard Law School consideró un crimen contra la humanidad.
Hace…