Cuando comenzó a remitir la crisis inflacionista, a inicios de 2023, los bancos centrales creyeron tener la partida ganada. O, cuanto menos, encarrilada. Por ejemplo, el Banco Central Europeo (BCE) pronosticaba una inflación para este año del 5,3% y para 2024 por debajo del 3%. Sin embargo, sus nuevas previsiones de septiembre, un tanto optimistas, ya admiten que la inflación seguirá por encima del 3% el próximo año y en 2023 estará cerca del 6%. La persistencia de la inflación ha sido la sorpresa negativa de los últimos meses que ha trastocado las proyecciones de los economistas y las cotizaciones de los activos financieros.
Los bancos centrales asumen ahora que su receta contra la inflación será mantener los tipos de interés elevados durante más tiempo. Su intención no es seguir encareciendo el “precio del dinero”, que ya está en unos niveles restrictivos, sino que esperan prolongar este endurecimiento monetario en…