El Secretario de Estado, Marco Rubio, no participó en la cumbre de los ministros de Exteriores del G20 en Johannesburgo debido, según escribió en X, a su agenda centrada en la inclusión social, la ayuda al desarrollo, el cambio climático… Todo demasiado “woke” para Trump y Musk, que tienen ya varias cuentas pendientes con el oficialista Congreso Nacional Africano (ANC), el partido que hoy gobierna en coalición tras perder en 2024 la mayoría parlamentaria que mantenía desde 1995.

En 2024, Musk se reunió dos veces con el presidente Cyril Ramaphosa para negociar el ingreso en el país de Starlink, la red de satélites de SpaceX. Los servicios de internet por satélite que le ofrecía son vitales en zonas rurales de un país de 1,2 millones de kilómetros cuadrados.

En principio, un acuerdo les venía bien a ambos. Salvo por un problema que se demostró insalvable: la Black Economic Empowerment (BEE), una ley que exige, entre otras cosas, un 30% de participación de socios locales y políticas inclusivas en las contrataciones. Musk argumentó que, si aceptaba esas condiciones, crearía un mal precedente para Starlink en Kenia y otros países africanos que le podrían pedir condiciones similares.

Trump le dio las cartas que necesitaba en la partida. Según el senador demócrata Chris Murphy, las relaciones de Musk con Suráfrica, principal socio comercial africano de Estados Unidos, muestran que la política exterior se ha puesto al servicio del dueño de la mayor fortuna mundial, que la utiliza como un instrumento más de presión en sus negocios privados.

Musk, de ascendencia británica y canadiense, acusa ahora al ANC de promover “políticas racistas” contra la minoría blanca (7%), propietaria del 73% de las tierras cultivables en manos privadas. El 80% restante solo tiene el 4%.

Según Trump, la nueva ley surafricana, que permite…